LA SANTA BIBLIA,
EL NUEVO TESTAMENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
VERSIÓN DE CASIODORO DE
REINA (1569), REVISADA POR CIPRIANO DE VALERA (1602), OTRAS
REVISIONES: 1862, 1909 Y 1960
Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a los
TESALONICENSES
Capítulo 1
Salutación
1:1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo:
1:2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y
del Señor Jesucristo.
Dios juzgará a los pecadores en la venida de Cristo
1:3 Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno,
por cuanto vuestra fe va
creciendo, y el amor de todos y cada uno
de vosotros abunda para con
los demás;
1:4 tanto, que nosotros mismos nos gloriamos
de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas
vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis.
1:5 Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por
dignos del reino de Dios, por el cual asimismo
padecéis.
1:6 Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan,
1:7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde
el cielo con los ángeles de su poder,
1:8 en llama de fuego, para
dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo;
1:9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder,
1:10 cuando venga en aquel día
para ser glorificado en sus santos
y ser admirado en todos los
que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).
1:11 Por lo cual asimismo oramos siempre por vosotros,
para que nuestro Dios os tenga por dignos
de su llamamiento, y cumpla todo propósito
de bondad y toda obra de fe con su poder,
1:12 para que el nombre de nuestro
Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por
la gracia de nuestro Dios y
del Señor Jesucristo.
Capítulo 2
Manifestación del hombre de pecado
2:1 Pero con respecto
a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos,
hermanos
2:2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis,
ni por espíritu,
ni por palabra, ni por carta como
si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.
2:3 Nadie os engañe en ninguna
manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el
hombre de pecado, el hijo
de perdición,
2:4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se
llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo
de Dios como Dios, haciéndose
pasar por Dios.
2:5 ¿No os acordáis que cuando yo estaba
todavía con vosotros, os decía esto?
2:6 Y ahora vosotros
sabéis lo que lo detiene, a
fin de que a su debido tiempo se manifieste.
2:7 Porque ya
está en acción
el misterio de la iniquidad;
sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez
sea quitado de en medio.
2:8 Y entonces se manifestará
aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá
con el resplandor de su venida;
2:9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás,
con gran poder y señales y prodigios mentirosos,
2:10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto
no recibieron el amor de la
verdad para ser salvos.
2:11 Por esto Dios les envía un poder
engañoso, para que crean la
mentira,
2:12 a fin de que sean condenados
todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.
Escogidos para salvación
2:13 Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados
por el Señor, de que Dios os haya escogido
desde el principio para salvación,
mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,
2:14 a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
2:15 Así que, hermanos,
estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.
2:16 Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos
dio consolación eterna y buena esperanza por
gracia,
2:17 conforte vuestros corazones, y os confirme en toda
buena palabra y obra.
Capítulo 3
Que la palabra de Dios sea glorificada
3:1 Por
lo demás, hermanos, orad por nosotros,
para que la palabra del Señor
corra y sea glorificada, así como lo fue
entre vosotros,
3:2 y para que seamos librados
de hombres perversos y malos;
porque no es de todos la fe.
3:3 Pero fiel es el Señor, que os afirmará
y guardará del mal.
3:4 Y tenemos confianza
respecto a vosotros en el Señor, en
que hacéis y haréis lo que os hemos mandado.
3:5 Y el Señor encamine
vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de
Cristo.
El deber de trabajar
3:6 Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.
3:7 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis
imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros,
3:8 ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día
y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros;
3:9 no porque no tuviésemos
derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.
3:10 Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos
esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.
3:11 Porque oímos
que algunos de entre vosotros
andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.
3:12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor
Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.
3:13 Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.
3:14 Si alguno no obedece a
lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo,
y no os juntéis con él, para que se avergüence.
3:15 Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle
como a hermano.
Bendición final
3:16 Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz
en toda manera.
El Señor sea con todos vosotros.
3:17 La salutación es de mi propia mano, de Pablo, que es el signo en toda
carta mía; así escribo.
3:18 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros.
Amén.